Editorial: Me manda una documentación de lo que pasa con el COVID-19 en Atención Primaria en nuestro país un amigo médico. Ha estado en primera línea casi 100 días seguidos, necesita una pequeñas vacaciones y coger fuerzas, ha perdido 6 kilogramos y tiene problemas para descansar y conciliar el sueño. Me asegura que varias comunidades autónomas han llegado al límite, que los políticos no lo pueden hacer peor.

Que es hora que tomen el mando y las riendas quienes están al pie del trabajo y saben lo que ocurre. Que habían prometido refuerzos y hacen todo lo contrario. Que son un desastre y no han previsto nada en Atención Primaria, que es donde está el muro de contención de lo que nos llega en las próximas semanas. Ahora los hospitales están preparados, pero quienes hacen el seguimiento, detectan los contagios, los visitan a domicilio, buscan los infectados, esos están en Atención Primaria.

Me cuenta este amigo que están de baja al menos 8.500 médicos/doctoras y el doble de enfermeras/os y que del resto de personal sanitario una suma no inferior a las 15.500 personas. En total casi 40.000 profesionales. Encima ahora dan vacaciones y han prescindido de los contratados extras. Una locura. No tengo otras fuentes para contarles estos datos, la persona que me lo dice está ahí en primera línea es un buen profesional y de ninguna tendencia política y está documentado porque pertenece a un sindicato serio.

Me quedo frío, no entiendo nada. Resulta que Atención Primaria está desmantelada y deben ser ellos/as quienes resuelvan lo que viene. Pues estamos arreglados, el Gobierno de Pepe Gotera y Otilio nace, crece, se desarrolla por todos los rincones de España y provoca muertes supuestamente evitables, o por lo menos contagios que por mucho que se piense la gente, tener COVID-19 es una maldición, porque las secuelas son espantosas: Dolor de cabeza, trompos, trastorno del sueño, coágulos de sangre, ataques al cerebro, caída de pelo. Salvas la vida y te ponen la vacuna en un futuro, pero ahí queda el depósito de la pandemia.

Hago un punto y aparte y quiero hacerle un pequeño homenaje y recuerdo a una persona que nos ha dejado. Nada tiene que ver con el COVID-19. Su débil corazón en los últimos meses ha dicho basta. Los médicos intentaron operarlo pero estaba demasiado débil, era incompatible con su estado de salud. Un día me dijo, si llego a los 85 años, me voy más que satisfecho y se ha marchado con 88 años bien cumplidos. Este amigo de Porto Cristo que ha fallecido es Rafael Umbert Rosselló “Rafel Pi, de Sa Parra”. Desde aquí mi más sentido pésame a su mujer Margalida Servera, a su hermano Toni, a su cuñada Antonia, a su ahijado Toni Tomás Umbert, así como al resto de familia y amigos.

Hoy domingo día 12 de julio se despide en primera instancia en el tanatorio de Son Carrió de 16 horas a 19 horas. El funeral será el lunes día 13 de julio en la iglesia de Porto Cristo a las 20:15 horas. Descanse en paz. Rafael Umbert fue una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Porto Cristo en 1983, ha llovido. Siempre hemos mantenido una buena amistad. Una persona buena, honrada, generosa. Mereció la pena conocerle. Me gustaba su fina ironía. Siempre me daba ánimos con la revista Porto Cristo, adelante tocayo, te toca no callarte, necesitamos conocer lo que pasa.

Le dije un día que teníamos que hacer una entrevista, él era una persona de la tierra, con sabiduría personal, conocedor de la historia, observador. Se reía, soy un hombre de Fora Vila que puedo saber yo, no puedo aportar nada. Habla con quienes tienen estudios. Intenté convencerlo, siempre fue esquivo. No quería ningún tipo de protagonismo, pero desde su anonimato era de Porto Cristo hasta la médula, quería esa localidad hasta el fondo, cualquier mejora lo celebraba. Bien tocayo ya tenemos ambulatorio me dijo un día muy risueño. Rafael Gabaldón San Miguel.