Editorial: Soy un asiduo de las redes sociales, me informo por Internet y la Radio, cada vez menos por los periódicos y la TV. Leo estados de ánimo preñados y plagados de optimismo. Frases especiales y muy bonitas. Un poco de nuestros corazones dejamos cada día en esa intimidad anónima. Reconozco que es un placer los intercambios de cada jornada. En ocasiones los sentimientos fluyen como fuentes inagotables. Sabias palabras de muchos navegadores que sin saberlo son auténticos poetas. Una inyección de ilusiones en esta corta vida llena de grandes sorpresas, en ocasiones desagradables. Otras muchas increíbles y maravillosas.

Miro hacía atrás y veo a un chiquillo de 10 años con unas raquetas más grandes que él. Tímido, huidizo, discreto. Han pasado 25 años y ese niño se ha convertido en Rafa Nadal, una leyenda del deporte mundial. Más de dos décadas recorriendo el mundo y las pistas y torneos más afanados. Un cuarto de siglo de duro trabajo dentro y fuera de los recintos sagrados. Conseguir lo que ha logrado Rafel es una quimera, una utopía. Muy difícil. Casi imposible. Sus vitrinas no aguantan más trofeos. Lo ha conseguido todo y mucho más. Pretender que cada salida desde su Manacor y Porto Cristo amados sea una final ganada es querer tocar la luna y el cielo sin ninguna dificultad.

Ayer jugó en París, como lo ha hecho en Barcelona, Madrid, Roma, Australia, EEUU. Llegó a la semifinales y jugó un partido para los anales de la historia, de los que hacen época, aquellos que se vuelven a ver con los años. Por muy poco no venció como ha hecho en centenares de ocasiones. Era el torneo esperado y le supo mal no rubricar su buen momento de juego. Les dijo a sus seguidores que ahora toca descansar, disfrutar de la familia, recuperarse física y mentalmente. Que seguirá con su trabajo emprendido, que no tira tan fácil la toalla. Estar 20 años en la cúpula es una pasada, que cuando se mire desde la distancia dará vértigo.

No pasa nada estimado Rafael Nadal Parera, si las pistas fuesen una universidad hacen muchos años que te habrías doctorado y ejercerías de catedrático. Se que en tu mundo no existe un paso a un lado, siempre con la directa. Tienes un gran amigo Roger Federer que se marchó antes que tu del Roland Garros y no mira por el espejo retrovisor, está feliz porque ha hecho todo lo que podía hacer y un poco más. Puedes estar feliz Rafel, nadie quiere lo imposible.

Son muchas las fiestas en tu honor, los homenajes, reconocimientos, trofeos y gestas. Estoy seguro que volverás a las andadas y conseguirás nuevas metas, la cima eterna. Hoy descansa tranquilo, no hay un mal gesto de tus seguidores, ellos te conocen bien. Claro que hubiese estado genial otro Roland Garros ahora que aprietan las nuevas generaciones.

Podrás ir a los juegos olímpicos, otros torneos. Siempre tu presencia cotiza al alza. Las apuestas siempre van a tu favor y es normal que a veces fallen, si no se rompe el encanto. No seré yo quien te de ningún consejo, sabes mejor que nadie lo que debes hacer. Manejas mucha más información. Lo de anoche es un partido más de Rafa Nadal y por supuesto tiene su esencia, su añadido.

Seguro que el domingo desde tu butaca ves la final y tomas nota de todo lo que necesitas para seguir haciendo la lectura perfecta de tus rivales futuros. Te volverás a ver las caras con ellos, nadie lo duda. Me decía un amigo de Vitoria que visitó el Museo de la Academia, “Es increíble, fantástico, una pasada, que personaje este Rafa Nadal, la hostia en verso”. Así es la vida, no parece verdad. Mi felicitación, me quito el sombrero. Rafael Gabaldón San Miguel.